martes, 2 de enero de 2007

PLASTILINA BOY
Cuando era estudiante de primero o segundo de primaria me sucedió algo que marcaría el resto de mis días. Doña Teresita, mi profesora, un buen día nos obsequió con un nuevo material importado de los EE.UU. que no había visto jamás, ella le llamó "pasta para modelar de colores" En el reparto me tocó una barra de color amarillo que, rápidamente, empecé a manipular e intentar dar forma comprobando que obtenía resultados sorprendentes. En pocos meses, me hice un habilidoso de este nuevo material, que se llamaba plastilina pero todos le llamábamos "plastelina" o "paste". Al principio, sus colores eran muy apagados, su olor era bastante penetrante y las manos, después de trabajarla, se quedaban muy engrasadas. También comprobé que si mezclabas varios colores la pasta se hacía gris que, cuando conseguí más técnica, la usaba de relleno, para ahorrar. Cuando cambié de curso y pasé a la clase de don Froilán fué como un sueño. Este profesor se quedó sorprendido de como yo, tan menudo, era capaz de crear un mundo en tan solo unos minutos. De vez en cuando me utilizaba como ejemplo y yo tenía que, delante de toda la clase, hacer bonitos monigotes con mi pasta mágica. Yo no entendía por qué la gente mayor se sorprendía tanto, a mí me salía natural, me lo pasaba bomba modelando y nunca le dí importancia a esta afición. Con este entretenimiento llené muchas horas de mi infancia, nunca estaba aburrido, con la plastilina era capaz de crear cualquier cosa para poder jugar, incluso los juguetes que no podía tener me los hacía de plastilina. Recuerdo que una de mis ilusiones era tener un Tiburón Citroen Payá teledirigido, como el que tenía mi amigo Ximo, como los Reyes no me lo traían, modelé un coche y le puse un gusanillo (el de los visillos) para emular el mando del auténtico coche e iba a todas partes con el, hasta que me trajeron un Mercedes, también teledirigido y que queréis que os diga, en cuestión de juguetes, un Tiburón era un Tiburón. Siempre me gustaron y me siguen gustando mucho los juguetes pero, con la plastilina, me lo pasaba muy bien además, con el tiempo, fuí depurando la técnica que yo solo conseguía a base de práctica, nunca nadie experto me dió un consejo, mi aprendizaje fué totalmente autodidacta. Cada vez adquiría más experiencia y no me conformaba con cualquier material por eso empecé a utilizar una marca de plastilina que me encantaba, por que era muy dúctil, no olía casi y tenía unos colores super chulos, se llamaba Jovi y aún existe (es la marca de plastilina por excelencia y, a veces, la sigo utilizando), el que más me gustaba era el color "carne" así no tenia que fabricarlo. Toda esta técnica aprendida sería aplicada, posteriormente, a la realización de dos temas que abarcaron el periodo de mi infancia a la adolescencia: los belenes y las fallas, pero esta es otra historia.
El Mercedes que yo tuve y el Citroen de mi amigo Ximo

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